EL MANDALORIANO EN PERÚ

La tercera temporada de la serie estelar de Disney+ debería grabarse en uno de los rincones más desdichados del universo expandido de Star Wars.

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The Mandalorian se desarrolla en espacios marginales de la galaxia posimperial. Palpatine y Darth Vader han muerto cinco años atrás, pero la prosperidad de la Nueva República no chorrea para todos. Hay pueblos amenazados por bandoleros, criaturas gigantes y exfuncionarios imperiales que están tramando algo.

“Todos piensan que quieren libertad, pero lo que realmente quieren es orden”, dice el oficial imperial Valin Hess en el episodio 7 de la segunda temporada.

Ciertamente, la victoria de Luke Skywalker y los rebeldes ha generado confusión en lugar de paz. El mandaloriano se mueve en una realidad donde se impone la ausencia de autoridad, la violencia, la corrupción. Es triste sentir que Hess tiene razón y que los ewoks bailaron lambada en vano al final de la batalla de Endor.

Entonces, lo más parecido a esos rincones olvidados, caóticos y polvorientos, donde lo inverosímil es cotidiano, es el Perú.

No es difícil imaginar a Grogu –mejor conocido como Baby Yoda– raptado por una banda de raqueteros y escondido en Gamarra en plena campaña navideña. ¿Qué haría el mandaloriano por recuperarlo?

Los productores Jon Favreau y Dave Filoni no tendrán que perder tiempo en el casting. A lo mucho deberán pensar en contingencias propias de un país tercermundista. Por ejemplo, supongamos que el muñeco animatrónico de Disney queda retenido en la aduana debido al típico funcionario que, por Navidad y Año Nuevo, pide exagerada “colaboración” para destrabar el papeleo.

En ese caso, el futbolista Edison ‘Orejas’ Flores asumiría el papel de Baby Yoda. Experiencia actoral tiene, pues el angelical mediocampista suele aparecer en spots de Scotiabank.

Ahora bien, la trama de este episodio sería complicada, fiel a la manera de vivir en Perú. El borrador va así: el mandaloriano recibe información sobre el posible paradero de su entenado.

Le indican que está en una cabina de internet jugando Dota.

En las obras inconclusas de Vizcarra en Moquegua.

En un laboratorio secreto del Comando Vacuna.

En el set de Combutters.

En Yo Soy.

En El Wasap de JB.

En Máncora.

En el chifa de Patty Wong listo para convertirse en chijaukay.

Recitando poemas de César Vallejo y Blanca Varela en Palacio de Gobierno.

En Polvos Azules vendiendo películas y series piratas.

En la Base Naval con Vladimiro Montesinos.

Embalsamado por Marco Sifuentes para exhibirlo como funko en La Encerrona.

En venta en el Jirón Cusco como animal exótico.

En la redacción de Wapa escribiendo notas web sobre celulitis y la tendencia de joggers para el teletrabajo.

En el departamento de Beto Ortiz.

En el Partido Morado a punto de firmar para ser la mascota de la campaña electoral después de negarse a ser candidato al Congreso.

En un dark kitchen preparando hamburguesas y makis.

Vendiendo ivermectina y dióxido de cloro en Facebook.

En Italia con Lapadula.

En una cama UCI porque le dio Covid.

En un basurero porque no había camas disponibles. 

Pero todas resultan ser pistas falsas.

En cuestión de horas, el mandaloriano se convierte en protagonista mediático gracias a videos de youtubers y tiktokeros. Es cuestión de horas o días para que sienta el peso del riguroso periodismo nacional.

La portada del diario Expreso, tras minuciosa investigación, muestra la foto del mandaloriano y un texto que señala lo siguiente: “AGENTE CHILENO DE SOROS LLEGA AL PERÚ CON MALETÍN REPLETO DE DÓLARES PARA ENTREGAR A GORRITI, MÁVILA Y JAIME CHINCHA. DINERO MARXISTA SERÍA PARA FINANCIAR UNA NUEVA MARCHA CAVIAR Y FORTALECER EL PLAN OSCURO DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL Y EL FORO DE SAO PAULO. ¡MERINO DIGNIDAD!”.

En el programa Rey con Barba, que se emite en el prestigioso canal Willax, entrevistan a Mijael Garrido Lecca para analizar el accionar del cazarrecompensas.

“¡Es un infiltrado castrochavista! ¡Que se saque el casco nomás para reventarle la cara!”, grita el abogado militante del Apra. Se le nota agitado.

“¿Sabes qué, Rafael? ¡Yo mismo le saco el casco a patadas porque he sido condecorado por acciones distinguidas en el Vraem! ¡He sido cronista en Medio Oriente! ¡He conversado con Hugo Neira! ¿Acaso ustedes pueden hablar con Hugo Neira sobre historia y política?”, vocifera el también oficial del Ejército, reportero de guerra y catedrático. En serio, preocupa verlo tan exaltado.

George Forsyth, exarquero, exalcalde y ex de Vanessa Terkes, se presenta en todos los noticieros como siempre, pero esta vez vistiendo un polo de Star Wars. “Expreso mi total apoyo al señor maradoniano (sic) y deseo de todo corazón que pronto aparezca su mascota. Yo también perdí a un perrito y sé lo que se siente”.

Forsyth llora y la cámara lo muestra ahora en primerísimo primer plano. “Hermano, tú que admiras a Maradona y amas el fútbol, sabes que el partido no termina todavía. ¡Sigue luchando hasta el pitazo final por tu animalito!”. El mandaloriano, tras ver el video en Youtube horas después, no puede creer que ese tipo lidere las encuestas.

El expresidente Martín Vizcarra se comunica con el mandaloriano para citarlo en el local de campaña de Somos Perú. “Tengo lo que buscas”, le escribe por WhatsApp. Una vez ahí, Vizcarra le habla sobre la vacancia y las vacunas, sobre Richard Swing y Manuel Merino, para luego mostrarle al bicho verde.

“No es Grogu”, se queja el mandaloriano al ver un juguete de Baby Yoda comprado en Mercado Libre por 40 soles. “Por lo menos hubiera comprado la versión electrónica, no este peluche”, dice el mandaloriano antes de salir volando con su jetpack. Desde lo alto cae una bola de pelos verde y chamuscada. “¡Deje de mentir!”, grita el cazarrecompensas mientras se aleja.

Tras una larga búsqueda en hospitales, morgues y Tambos –es sabido que Grogu adora la promoción de pollo a la brasa con bebida–, el mandaloriano recibe una llamada del verdadero secuestrador, interpretado por Pietro Sibille. “Tengo tu huevada, ven solo nomás y arreglamos. Cae con 20 palos verdes”.

El mandaloriano apunta la dirección y toma el Metro de Lima porque su jetpack se quedó sin combustible. Los pasajeros lo miran de reojo, pero sin mayor aspaviento. Piensan que es el artista callejero Robotín o un cosplayer millennial del Centro Comercial Arenales.

El mandaloriano se baja en la Estación Gamarra. Parado en el Jirón Humboldt, el guerrero que nunca se quita el casco siente que le falta el aire. “¿Será Covid?”. Aprieta un botón en su armadura para someterse a una prueba molecular y el resultado es negativo para Covid, pero positivo para estrés y taquicardia. El mandaloriano está abrumado por la aglomeración y la nula distancia social.

“23 de diciembre… ¿por qué son así?”, se pregunta tras ver pasar a una señora sin mascarilla con paquetes más altos que ella. La gente lo aprieta, lo toca, le pide foto, le da algunas monedas porque piensa que es venezolano, le ofrece chips de celular, le intenta robar el blaster. “Debe ser más fácil rescatar a Grogu de la Estrella de la Muerte que de este lugar”, piensa.

Padre no es quien engendra, sino quien cría, pero el mandaloriano está cansado, hace calor y tiene hambre. Es razonable un breve descanso. Compra una leche de tigre en una carretilla antes de seguir la búsqueda implacable de su hijo adoptivo.

“This is the way”, sentencia con alivio, abriendo un poco el casco por abajo del mentón para expulsar la combustión causada por la cebolla y el limón.

Mientras tanto, el travieso Grogu coge un cable pelado en el local de una galería donde ha sido retenido por el villano. “¡Suelta, conchatumadre!”, grita el personaje de Sibille.

Grogu, asustado y resentido, estira la manito e invoca a la Fuerza para ahorcar a Sibille, pero éste le mete tremendo lapo que lo deja inconsciente. “A mí me la vas a hacer… marciano de mierda”.

Los televidentes sienten profunda indignación ante el abuso y Grogu se convierte en tendencia inmediata en Twitter. Saga y Ripley alcanzan récord histórico de ventas de muñecos y polos de Baby Yoda.

Apagón en la galería. ¿Será el mandaloriano? No, ahora está comiendo una chanfainita en el Parque Cánepa. ¿Habrá mordido Grogu el cable pelado y causado el habitual cortocircuito de fiestas navideñas? Tampoco, el child sigue privado sobre una colcha de polar.

A lo lejos se escucha un chirrido, como de un X-Wing o una moto de fiscalización de la municipalidad, seguido de unos intercambios frenéticos de láser y metal crujiente, estridencias insoportables que podrían ser de un sable de luz partiendo droides o una canción de Faraón Love Shady. Difícil distinguir. ¿O es acaso Luke Skywalker acudiendo al rescate de Grogu, después de sortear stormtroopers, ternas y jaladores que ofrecen imitaciones de polos Lacoste?

Lamentablemente, fuentes indican que el actor Mark Hamill, al ser consultado sobre la posibilidad de interpretar al jedi, no participaría en la serie de Disney+. “¿Viajar a Perú? No fucking way!”.

* Esto es ficción. Nada de lo escrito aquí ha ocurrido y dudo que ocurra. 22/12/2020.